Libro inmortal, eterno, éste de las andanzas del Caballero de la Triste Figura y su fiel Sancho Panza. A medida que pasan los siglos su presencia invade, lanza en ristre, los nuevos medios de comunicación. Desde las páginas impresas en 1605 hasta internet, continúa ejerciendo su cátedra de generosidad, fidelidad y amor.
Su creador, Don Miguel de Cervantes Saavedra, es hoy símbolo del idioma español en el mundo entero. Ganó la batalla de la inmortalidad, con mejor suerte que la de Lepanto, porque su obra ha encontrado una acogida que él no logró en las cortes españolas, a pesar de las muchas antesalas que hizo. En la Corte, no fue posible que le concedieran su petición de venir, como hombre de letras y de números, a la Nueva Granada.
Son tan numerosos en nuestro país los escritores que han publicado obras de alta sapiencia sobre Don Quijote de la Mancha, que sería interminable enumerarlos ahora. Algunos títulos, al azar de la biblioteca, son Los tres mundos de Don Quijote de Rafael Maya, Breviario del Quijote de Eduardo Caballero Calderón, Prólogo del Quijote y otros ensayos de Monseñor José Vicente Castro Silva, Del Quijote y de la Mancha, de Vicente Pérez Silva, Las mujeres del Quijote de Ignacio Rodríguez Guerrero, Recuerdos del ingenioso hidalgo de Julián Motta Salas...Nos referiremos únicamente a la visión que Germán Arciniegas nos da en El caballero de El Dorado, sobre cuál pudo ser la inspiración de Cervantes, para escribir su libro inmortal.
¿QUIJANO...QUESADA?
Conocida es la leyenda de que Don Quijote está enterrado en Popayán, donde todavía buscan su tumba. Sólo que resulta más lógica la versión de Germán Arciniegas, contenida en el último capítulo de “El caballero de El Dorado”: allí consta la similitud entre el personaje de Cervantes y la vida aventurera de Gonzalo Jiménez de Quesada. Hay circunstancias que permiten suponer que Cervantes se inspiró en el fundador de Bogotá para crear a Don Quijote de la Mancha. Así cuenta Germán Arciniegas la historia:
Don Antonio de Berrío era un segoviano que desde los catorce años estuvo metido en hechos de armas. Después de batallar y cuando tenía cincuenta años y era gobernador de Alpujarra, se casó con la hija del coronel Hernando de Oruña, María, sobrina predilecta de Don Gonzalo Jiménez de Quesada.
Quesada, cercano a la muerte, bien enterado de quién era aquel don Antonio de Berrío, pensó: “Este es mi hombre”. Si ni él ni su hermano habían sido capaces de llegar a El Dorado, podría lograrlo el hombre de su sobrina. Al dictar su testamento dijo: “Declaro por mi sucesor en la segunda vida de la dicha gobernación de El Dorado al capitán Antonio de Berrío, marido de doña María, mi sobrina…”
Con la noticia de la muerte de Don Gonzalo llega a manos de la sobrina el testamento. Su sangre de Quesada se enciende. Una vez más, en la mesa familiar de estos Quijotes, se encontraría don Antonio de Berrío oyéndolos fantasear sobre la vida fabulosa del fundador del Nuevo Reino de Granada, que pobre, viejo y olvidado, después de haber realizado proezas que para todos ellos eran superiores a las de Cortés o Pizarro, en los umbrales de la muerte dejaba algo que deslumbraría al mundo: la verdadera, la única conquista de El Dorado.
Don Antonio y doña María se dirigen a la corte para que la majestad del rey les conceda la última gracia que ha pedido Quesada.
Entre 1580 y 1583, yendo de su casa a la corte y de la corte a Sevilla, se mantienen en continuo trajín, siempre moviéndose sin desmayos.
Justamente cuando Don Antonio y Doña María andaban tras de su gobernación, llega a España un hombre bastante más joven que Berrío, de treinta y tres años de frente lisa y desembarazada. Había estado cautivo en Argel. Fray Juan Gil lo rescató por quinientos escudos que, entre limosnas y préstamos, reunió la familia. Se llamaba Miguel de Cervantes Saavedra. Tras largos años de cautiverio encontró a los de su casa empobrecidos y, como es natural, se dirigió a la Corte en busca de un empleo. Se encontraría allí con don Antonio de Berrío y su mujer? Es más que probable, Cervantes, de antesala en los mismos sitios, buscaba una colocación. Eran muy largas las esperas y se gasta mucho tiempo alimentando esperanzas cortesanas.
Cuando Cervantes llega a la corte, con la presencia de Berrío se ha renovado la historia de las conquistas de América. Hace tiempo no sonaban los nombres de Pizarro ni Cortés, pero las noticias de Quesada y el proyecto de la conquista de El Dorado dan de nuevo actualidad a un tema que parecía agotado. Quesada aparecía como el último de los caballeros de la Conquista, el Caballero de El Dorado.”
No sería descabellado afirmar con Arciniegas, que en aquellas tertulias de la espera en la Corte, se encontraran y dialogaran Antonio de Berrío, doña María y Cervantes. Y quienes más quieran saber de otros nexos que Cervantes adquirió con la familia Quesada, por doña Catalina de Salazar, pueden examinar el último capítulo de El Caballero de El Dorado.
* Texto Publicado en la Revista Aces